El falso mito de que el mal de altura se previene tomando mate de coca5
El mal de altura es debido a la falta de adaptación del organismo a la hipoxia por altitud y el riesgo de desarrollarlo y su gravedad se relacionan con la velocidad del ascenso, la altitud alcanzada y el grado de ejercicio realizado. Los síntomas más frecuentes son la cefalea, astenia, nauseas, anorexia y vómitos. En las formas graves se puede desarrollar edema pulmonar y/o cerebral. Algunas condiciones médicas pre-existentes, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica severa, la angina inestable, la insuficiencia cardiaca descompensada, el embarazo de riesgo y la anemia de células falciformes, entre otras, contraindicarían el ascenso. La acetazolamida puede prevenir el mal de altura cuando se administra antes del ascenso y puede acelerar la recuperación si se toma tras el inicio de los síntomas. El mecanismo de acción es a través de la acidificación de la sangre, reduciendo la alcalosis respiratoria asociada, mejorando la oxigenación y acelerando la aclimatación.
Los locales se refieren al mal de altura como “soroche” y pueden ofrecer a los turistas un té de coca (mate de coca) a su llegada. Muchos piensan que el mate de coca puede prevenir y tratar el mal de altura, sin embargo no existen datos que demuestren su eficacia. Las personas pueden tener resultados positivos en las pruebas toxicológicas de detección de los metabolitos de la cocaína durante varios días incluso tras ingerir una sola taza de este té, en adición a por qué no hay que tomar mate de coca.
Los locales se refieren al mal de altura como “soroche” y pueden ofrecer a los turistas un té de coca (mate de coca) a su llegada. Muchos piensan que el mate de coca puede prevenir y tratar el mal de altura, sin embargo no existen datos que demuestren su eficacia. Las personas pueden tener resultados positivos en las pruebas toxicológicas de detección de los metabolitos de la cocaína durante varios días incluso tras ingerir una sola taza de este té, en adición a por qué no hay que tomar mate de coca.
Mitos y verdades de Machu Picchu, la joya arqueológica de Perú
Se dice que el explorador estadounidense Hiram Bingham “descubrió” la antigua ciudadela inca en 1911. Sin embargo, aunque Bingham estudió el lugar y lo dio a conocer a nivel internacional, varios historiadores relatan que Machu Picchu ya había sido descubierto en 1902 por el hacendado Melchor Arteaga, y que la evidencia científica sobre su “descubrimiento” a principios del siglo XX todavía es escasa. Dicen que solo un espacio desconocido se puede descubrir y que Machu Picchu nunca estuvo oculto.
Hay varias leyendas que explican por qué lo construyeron en lo alto de una montaña (el inca Pachacútec lo mandó construir tras derrotar a sus enemigos, fue un lugar sagrado, y se practicaban cultos al Sol) aunque algunos estudios recientes determinan que Machu Picchu fue el lugar desde el que los incas administraban su imperio, y su situación de altitud formaba parte de la estrategia militar al aportar una mayor posibilidad de defensa.
Machu Picchu era un lugar sagrado, no una ciudad perdida ni un refugio secreto. Cuando los españoles llegaron a Cuzco se dice que los incas ya no estaban, se habían trasladado con todos los objetos de valor a un lugar desconocido, a Paititi, la “ciudad dorada”. Algunos españoles, cuando llegaron a Machu Picchu, pensaron que era la “ciudad dorada” de la que habían leído en las crónicas.
Hay varias leyendas que explican por qué lo construyeron en lo alto de una montaña (el inca Pachacútec lo mandó construir tras derrotar a sus enemigos, fue un lugar sagrado, y se practicaban cultos al Sol) aunque algunos estudios recientes determinan que Machu Picchu fue el lugar desde el que los incas administraban su imperio, y su situación de altitud formaba parte de la estrategia militar al aportar una mayor posibilidad de defensa.
Machu Picchu era un lugar sagrado, no una ciudad perdida ni un refugio secreto. Cuando los españoles llegaron a Cuzco se dice que los incas ya no estaban, se habían trasladado con todos los objetos de valor a un lugar desconocido, a Paititi, la “ciudad dorada”. Algunos españoles, cuando llegaron a Machu Picchu, pensaron que era la “ciudad dorada” de la que habían leído en las crónicas.