A la hora de viajar con los más pequeños, debemos tener en cuenta muchos factores, pero sobre todo es importante planear con anticipación nuestro próximo viaje.1,2
En primer lugar, si se viaja al extranjero es importante comprobar que nuestro hijo o hija tenga todas las dosis de vacunas correspondientes a su edad. Además, es posible que se necesiten vacunas adicionales dependiendo del destino del viaje, para lo cual se debe acudir a un centro de salud o a un centro de vacunación internacional. En este caso es necesario planear con tiempo la visita ya que ciertas vacunas requieren de tiempo para hacer efecto.3,4
Los niños y niñas son más susceptibles a los cambios propios de los viajes, y pueden tardar más tiempo en adaptarse a nuevos horarios y lugares. En viajes donde se atraviesan varios husos horarios, es común la aparición de jet-lag, que puede causar molestias estomacales e insomnio.3 Durante los viajes uno de los problemas de salud más comunes es la aparición de la diarrea del viajero, bien a causa de bacterias o por la ingesta de alimentos contaminados. Para prevenirla debemos beber agua embotellada y evitar el hielo, ya que en ciertos países es común la transmisión de enfermedades a través de agua contaminada, así como asegurarnos de cocinar bien los alimentos, además de mantener una higiene regular de manos. En la línea de la prevención y teniendo en cuenta que la asistencia sanitaria en algunos destinos puede estar más limitada que en nuestro país, es recomendable contar con medicamentos y suministros de primera necesidad, como repelentes de insectos -abundantes en zonas tropicales-, analgésicos y antisépticos.4,5
Por último, es importante adaptar el viaje a la edad del niño, ya que los bebés tendrán necesidades diferentes a niños más mayores a las que prestar atención. Además, serán factores importantes el clima característico, la distancia a recorrer y los servicios disponibles en el destino.6